―Te odio.
―¿Si? ¿Y por qué me odias? Si se puede saber...
―Porque eres un arrogante, un engreido. Odio todo de tí, odio tu pelo, tu sonrisa, tus ojos... odio como eres, no te soporto, ¿sabes? no aguanto que seas así, y no aguanto sentirme así por tu culpa.
―¿Pues sabes una cosa? Yo también te odio a ti. Te odio porque no eres arrogante ni engreida, porque no odio tu pelo, ni tu sonrisa ni tus ojos, es más, me encantan. Como también me encanta como eres, y como soy cuando estoy contigo. Por eso mismo te odio, por no poder odiarte ni aunque lo intentara con todas mis fuerzas.
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